domingo, 26 de febrero de 2012

Tu falsa apariencia

Pensó que eran ganas de vivir, pero sólo era una migaja que algún imbécil le sacudió de la mejilla en un descuidado acto reflejo. Y como eso, tantos detalles fugaces impulsados por terceros, a veces, incluso, auténticos desconocidos. Detalles aparentemente banales, que habían marcado a fuego esa piel que no parecía suya.

Carla se enamora de los desconocidos. Les quiere por lo que cree que son, por lo que cree que ve. Cierra los ojos y confía ciegamente en su sexto o séptimo sentido. Algo le dice que está unida a ellos, aunque a duras penas conozca su nombre. Hay algo muy arraigado que le ata a las personas y, a veces, a algunas que sin darse cuenta acaban destrozándola por dentro. Y siente ganas de vivir a ratos y a ratos nota que el mundo es una pantalla de cine. A veces siente que puede vivir en la mente de otros y se equivoca. A veces piensa que habita en dos cuerpos y luego se despierta de golpe como si llevara cien años en coma. Une su corazón con otro sin pedirse permiso antes.

Por eso pensó que era magia; mucha luz entrando por las brechas de las persianas y también un mapa en blanco. Pensó que esta vez sí, que volvería a nacer, que a la mierda con todo. Pero sólo era un espejismo, reflejo de uno de aquellos desconocidos o tal vez de la imagen que había inventado para él. Demasiados espejos rotos y muy pocos años para vivir con mala suerte.

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