domingo, 26 de febrero de 2012

Tu falsa apariencia

Pensó que eran ganas de vivir, pero sólo era una migaja que algún imbécil le sacudió de la mejilla en un descuidado acto reflejo. Y como eso, tantos detalles fugaces impulsados por terceros, a veces, incluso, auténticos desconocidos. Detalles aparentemente banales, que habían marcado a fuego esa piel que no parecía suya.

Carla se enamora de los desconocidos. Les quiere por lo que cree que son, por lo que cree que ve. Cierra los ojos y confía ciegamente en su sexto o séptimo sentido. Algo le dice que está unida a ellos, aunque a duras penas conozca su nombre. Hay algo muy arraigado que le ata a las personas y, a veces, a algunas que sin darse cuenta acaban destrozándola por dentro. Y siente ganas de vivir a ratos y a ratos nota que el mundo es una pantalla de cine. A veces siente que puede vivir en la mente de otros y se equivoca. A veces piensa que habita en dos cuerpos y luego se despierta de golpe como si llevara cien años en coma. Une su corazón con otro sin pedirse permiso antes.

Por eso pensó que era magia; mucha luz entrando por las brechas de las persianas y también un mapa en blanco. Pensó que esta vez sí, que volvería a nacer, que a la mierda con todo. Pero sólo era un espejismo, reflejo de uno de aquellos desconocidos o tal vez de la imagen que había inventado para él. Demasiados espejos rotos y muy pocos años para vivir con mala suerte.

jueves, 23 de febrero de 2012

What to do with myself

El silencio a gritos de un teclado al que le he prohibido escribirte. 

El murmullo de pensamientos atrincherado con ansia en algún rincón de este cuerpo. 

El susurro acompasado de las horas, que por joder y queriendo, pasan lentas y con regusto a ti. 

El eco que dejaste cuando te fuiste y que resuena en mi cabeza a cada momento que me quedo a solas. 

Las palabras entrecortadas que nunca intercambié contigo. 

El suspiro contenido de algo que duele tanto dentro como fuera.

Balbuceos de deseos que nunca llegaron a ser hechos o se quedaron a medias. 

Discursos que dejé en el cajón de la mesilla a la espera de que volvieras a buscarme. 

El tono intermitente de mis pasos sin camino y de tu camino sin pasos.

Y luego tú y tu música. Los dedos rebotando en mi libreta y una historia incierta sin final ni siquiera principio. Los pies juntos levitando sólo un centímetro sobre la acera. Pero sin fantasía, sólo la angustia perfecta por algo desconocido. 

Conciertos fugaces en el metro, miradas asesinas y bullicio de gente. Vértigo.

Y luego tú y nada más. 

Luego nada. 

Silencio a gritos de teclado. Sin voz y con sueño.

lunes, 20 de febrero de 2012

La chica de la recta

En esa sonrisa me maté yo. Bueno, y en esos ojos. Yo es que muero muchas veces y mal. Muero por ciertos momentos de quietud, entre todo el caos que yo misma siembro. Muero por alguien que, definitivamente, nunca morirá por mí. Muero por cada detalle que me hace pequeña y débil, en un mundo en qué parece que sólo los gigantes pasan página. Muero por algo que me haga pesar los párpados. Por algo que me haga hervir la sangre sin motivo justificado. Por quién me coja la mano entre tanta gente. Quién vea en mí algo que ni yo misma veo. 


En el instante que te conocí me maté yo. 
Pero morir no es malo si luego renace algo mejor. 

jueves, 9 de febrero de 2012

Tienes...?

Ganas. Qué son. Dónde nacen, cuándo mueren. Sin saber porqué. Sin entenderlas. Odiándolas. Necesitándolas. Amándolas cuando son satisfechas, pero no del todo. Siempre están. A veces las ignoras, a veces las niegas, a veces las conoces pero quieres ocultarlas. A veces las olvidas, pero vuelven. A veces las reprimes. A veces cedes ante ellas. A veces, ganas. Normalmente, pierdes. Ganas de cosas imposibles. Ganas de más. Ganas de que pase, ganas de desaparecer. Ganas de vida y de todo lo demás. Ganas de aire, de tiempo, de sueños que te pillen despierta e inspiración en el momento justo. Ganas de nada, nada de ganas. Sin ganas. Desganada. Ganancias, más pérdidas. Ganas de besos que no llegan, o que ya se fueron. Ganas de parar. Ganas de recuperar. Ganas de fuerza, ganas forzadas. Ganas de llegar, de irte, de no ser. Ser ganas. Las ganas de alguien. Tus ganas. Ganas bonitas, ganas amargas. Ganas de angustia y angustiosas ganas. Ganas de sonrisas que se contagian. Ganas de lágrimas que a veces no salen. Ganas, ahora. Muchas ganas. Tremendas ganas. Ganas desquiciantes. Locas. Ganas que no vale la pena que sean ganas. Ganas que no tendrían que haber existido nunca. Ganas infundadas. Ganas simples, ganas complejas. Ganas enredadas en el pelo. Ganas ambiciosas. Infinitas. Contraproducentes.  Que te dan y que te quitan. Que te tiemblan, que te arrasan, que te invaden y te comen. Ganas tristes, ganas de ojos, ojos que son puras ganas. Ganas indecentes. Ganas manchadas, ganas inoportunas. Tú. Ganarte. Ganas. 

jueves, 2 de febrero de 2012

La distancia de las miradas

Tus miradas queman, desconciertan, se me clavan muy adentro. Junto con la sangre, por las venas, circulan hasta la cabeza haciéndome perder el equilibrio; recorren mi cuerpo, llegando al estómago; despiertan escalofríos en la piel. Tus ojos, profundos y, a la vez, superficiales: no sé qué intentan transmitir, tal vez simplemente se pierden.

Me gustaría formar parte de ti, sólo durante unos segundos, saber qué piensas, qué sientes. Si todo esto ha sido simplemente un espejismo o, realmente, también tú lo notas. Dudo. No entiendo nada. Estoy confusa. Respiro profundamente, cierro los ojos y te observo desde dentro. Te imagino llegando por detrás, sorprendiéndome con un abrazo que me columpia, que lo vuelve todo más fácil. De hecho, cuando tú estás, todo es distinto. Todo. Excepto indiferencia.

Qué más da, sé que te busco, te exprimo hasta que ya no puedes más. Y explotas. Y me gusta. Tal vez sólo sea un juego, un pasatiempo. Pero, cuando te pierdes entre la gente y te encuentro, aparece una sonrisa que me adorna los labios y se refleja en los tuyos. Estamos conectados, cerca, aunque lejos físicamente. Adoro todo lo que te rodea y, a la vez, te maldigo.

Un momento más tarde, finges que me ignoras y yo te pago con la misma moneda. Contigo no es como con los demás. Todo es genial a nuestra manera, todo… Despierto. ¿Ha sido una pesadilla? Tengo miedo de haberte perdido incluso mientras dormía.