domingo, 29 de enero de 2012

Cero grados

Y aunque sé que debo ser yo misma y aceptar esa parte que hace que no me caiga bien, a veces juego a ser otras personas. Es evidente que fracaso a cada intento y, al regresar a mi estado natural, lo hago en calidad de extraña. Ya casi nunca me soporto. He llegado a reconocerme a penas una vez al mes. A veces cuando lloro, o a veces si me río mucho. Pequeños momentos en qué me encuentro con lo que de verdad debe haber ahí dentro. Instantes seguros. Y fugaces. 


Imagina vivir una vida que ni es tuya, ni es de nadie. No sabes cómo lograr esas otras que admiras. No entiendes por qué nunca podrás vivir la tuya sintiéndola de verdad. Sin odiarte. Aparecer sin miedo frente al espejo, ese que reúne convención y contradicción en un mismo metro cuadrado y que cada día te muestra las distintas caras de la misma moneda. Y sonreír. 


Sin excusas, sin compromiso.

domingo, 8 de enero de 2012

Vaho.

A veces, y al final casi siempre, te soy infiel durante un rato. A ti, que no sé quién eres, con muchos otros que todavía no he conocido (y si lo he hecho no quiero acordarme). Infiel de pensamiento, o de sueño. O del instante, casi en extinción, en que ocurren las dos cosas a la vez. 

Cuando me doy cuenta me detengo un segundo, y me gustaría sacar la diminuta fuerza interior que me he inventado que tengo, para ser valiente y obligarme a reaccionar. No lo hago. Tampoco reaccionaría.

Tengo frío, subo al coche y pongo la música a tope. No quiero oirme pensando en ti, ni en todos aquellos que pretenden tu sitio. No quiero serte infiel, no a ti, que no sé quién eres.