miércoles, 30 de septiembre de 2015

Eternos principiantes

Hace un par de noches, pensando en nuestra historia, me di cuenta que hay primeras cosas que tú y yo nunca hemos hecho.

Me di cuenta que nunca nos hemos dado el primer beso. Ese tan especial e irrepetible. Tú y yo nos hemos dado muchos primeros besos. A día de hoy, justo antes de verte, todavía tengo la sensación que estoy a punto de hacerlo. Besarte como si fuera la primera vez.

Caí en la cuenta de que nunca te he entregado las llaves de mi casa. Sin embargo, cada día te abro las puertas a lo mío, a mi mundo y, ahora mismo, más que un piso, estamos decorando nuestra vida.

Nunca me has pedido salir. Nunca nos llamamos por teléfono. Nunca me has presentado a tu madre. Pero, ya no sé cuándo ni cómo, tu familia es mi familia y de repente tengo perro.

Hay muchas grandes cosas que toda pareja convencional ha hecho por primera vez. Lástima que tú y yo no seamos tan normales, que nunca hayamos cogido un avión a ningún sitio, que nunca hayamos discutido y después reconciliado; que nunca nos hayamos hecho llorar.

Nosotros simplemente hemos volado juntos a donde no teníamos recuerdos, hemos hablado hasta quedarnos dormidos, hemos llorado delante del otro.

En definitiva, mi vida, hace un par de noches me di cuenta que éramos raros, que no habíamos hecho todo lo que se suponía, que nuestra historia no parecía destinada a ser. 

Y sin embargo, curiosamente, lo hemos hecho. Lo hemos hecho todo.

lunes, 10 de agosto de 2015

Inefable

Hay una casita en medio del agua que es de aquellos que no se dejan ver tal como son. Es una casita sin ventanas, que flota río arriba como arrastrada por una marea. A veces, tú habitas esa casa y yo me vuelvo un poco loca. Luego, de forma casi mágica, construyo un pequeño puente que une todo lo que somos. Y de repente todo es fácil. La casita se convierte en césped, y en flores, y en colinas por las que dejarse caer. 

Nuestra relación es esa casita oscura. Y esa colina por la que rodar despreocupados. Un equilibrio armónico entre la belleza y el misterio, entre el pánico y la paz. El miedo de perderte un día, de no cruzar ese puente; la quietud de tus ojos, de tus labios en mi nuca.

En eso consiste mi amor por ti. En saber que no eres del todo mío, y que me encantes por ello. En querer tenerte cerca cada mañana de mi vida, en esa incesante sed por descubrir qué tienes debajo. En ansiar que estés conmigo hasta que alcance, en desear que pase pero no saberlo al cien por cien.

Hay una casita en medio del agua que es de aquellos que no se gustan. Tiene cuatro rincones escondidos, incómodos pero seguros, prácticamente sin resquicios. A veces yo me encierro ahí para aislarme del mundo y tú te quedas un poco triste. Luego, de forma casi mágica, construyes una pasarela de luz y cariño que une todo lo que somos. Y, de repente, todo es fácil. La casita se vuelve lluvia, tierra mojada y pies sin calcetines. 

Nuestra relación es esa pasarela. La unión entre lo bueno y lo malo, entre pasado y futuro, lo que tenemos y lo que está por llegar. Nuestra relación es aquí y ahora; a veces lágrimas...pero casi siempre magia. 

Nuestra relación es eso: las ganas incansables de cruzar al otro lado.

domingo, 12 de abril de 2015

Mariposas imposibles


Crecer es aprender a convivir con el miedo a envejecer,
y sé que, aunque por fuera todo cambie,
al final seguiremos siendo eternos.
Igual que superhéroes invencibles,
somos el reflejo de aquello que quisimos ser.
Seguiremos siendo eternos mientras sigamos en pie.


Te confieso que cuando subí a aquél avión, lo único que me vino a la cabeza fuiste tú. Y ya no estaba nerviosa, al contrario. No pude evitar sonreír durante mucho, muchísimo rato. Eso es lo que me viene pasando hace ya unos cuantos meses. Pensar en ti y sonreír se ha convertido en la mejor rutina del mundo. ¡Me haces tan feliz!

[La verdad es que, aunque sé que podría vivir sin ti, no quiero tener que hacerlo nunca más. No quiero cocinar crêpes ni una sola vez más si no es para compartirlas contigo, aunque sea en la distancia. Te confieso que aunque ya estaba viva antes de conocerte, a mi vida fuiste tú quién le dio sentido, y quiero seguir despertándome cada mañana con esa misma certeza.]

Te confieso que cuando subí a aquél avión, ya no pensé en la muerte como solía hacer siempre. Pensé en haberte ofrecido la mejor versión de mí misma todos los días que estuve contigo, en haber hecho contigo todo lo que me hubiera salido de dentro, en no haber dejado nada en el tintero. Confieso que no pensé en dejar este mundo de forma trágica, pensé en haber conocido el amor de forma totalmente genuina. Pensé que, por haberte conocido, ya podía estar tranquila el resto de mi vida, durara lo que durara. Quién haya pasado contigo más de 30 segundos sabe a lo que me refiero.

Mi persona favorita, te confieso que, si te miro a los ojos, el monstruo que tengo en el armario desaparece por completo, desaparecen todas mis sombras, desaparece el miedo que me da todo lo que ya ha pasado, o lo que queda por pasar. Te confieso que, contigo, sólo me importa el aquí y el ahora. Te confieso que ojalá te lo confiese siempre. Seamos eternos.

domingo, 1 de febrero de 2015

Tuesday's gone

Won't you please take me far, away?
Me negaba a creer que era verdad. Que de verdad ibas a venir a buscarme, andando tropecientosmil quilómetros para plantarte en mi puerta y nada más. Para verme comer y reírte de todas las estupideces que digo al cabo del día. 

Aunque a veces no lo parezca, siempre que cierro los ojos te veo sólo a ti. Te veo subiendo mis escaleras, te imagino en cada esquina, en cada vagón lleno de desconocidos, en cada hueco de un martes anodino. 

Me negaba a admitir que fuera verdad que esta casa tiene más aire, y más vida, y más luz cuando te tiene dentro. Que es cierto que cuando estás conmigo el mundo se reduce a un pequeño bar y un par de taburetes. Me negaba a sucumbir, pero es verdad. 

Que soy capaz de mandarlo todo a la mierda por tus manos.

domingo, 25 de enero de 2015

Declaración de independencia. Tus abrazos son mi casa

"Y aunque no siempre he entendido mis culpas y mis fracasos en cambio sé que en tus brazos el mundo tiene sentido." (Todavía, Mario Benedetti)
Hoy vengo a contarte cómo me independicé. No te equivoques, no hablo de ninguna mudanza. O al menos, eso creo. ¿Sabes? El día en que lo hice se produjo una especie de alineación cósmica. El universo conspiró a mi favor y decidió quitarme los miedos. ¿O quizá fuiste tú?

Quizá fuiste tú quien hizo que me decidiera. El caso es que lo hice: huí de mi zona de comfort. Primero una patita, luego dos pasos atrás (y tal vez algunos rasguños). Suerte que tú siempre estabas ahí para cogerme, impidiendo que me hiciera demasiado daño. Luego llegaron mis dudas, mis llantos, mi culpa. Y, por fin, el vacío. Me tiré al vacío a sabiendas que tú habías cosido en mi espalda unas alas fuertes, de esas que sólo se construyen a base de amor y paciencia.

Ese día me independicé de mis monstruos, mis cuatro paredes, mi autosabotaje. Ese día estuve segura de algo por primera vez en mi vida. Tú eras el compañero perfecto, mi copiloto favorito. De repente, mis lágrimas eran sólo de risa, los silencios a tu lado mejoraban cualquier discurso, y tus ojos...sencillamente decidí quedarme a vivir en ellos.

Debo confesar que te quise en seguida. Te quise tanto y tan fuerte que asustaba, así que dejé que tú lo dijeras antes. Fui estúpida, debí ahorrarnos tiempo, pero lo que sé del cierto es que te equivocabas: yo te quise primero. ¿Lo dudas? Joder, quererte ha sido lo más fácil que he hecho en mi vida. Y, francamente, es lo mejor que hago cada día. Poco a poco te conviertes en mi especialidad, mi amuleto. Y tus brazos...sencillamente los he declarado mi hogar. 

Increíble. Fue increíble descubrir que cada parte de mí encajaba al 100% contigo. Fue increíble notar como, cada vez que me abrazabas fuerte, hacías que todas mis partes rotas se juntaran de nuevo. Fue increíble admitir que, mal me pesara, puede que el amor sí que exista.

Tú has construido el amor para mí. Has construido un mundo en el que siempre estoy de vacaciones. En el que el miedo es momentáneo, en el que el arrepentimiento se ha esfumado, en el que, si te despistas, me quedo para siempre.

Después de esto ya sólo me queda darte las gracias. Aunque no te dejes, aunque no lo creas. Gracias. Gracias por hacerme vivir. No hablo de respirar, hablo de VIVIR en mayúsculas. Gracias por arreglarme los días y por desordenarme las noches. Gracias por quitarme la coraza, por subirte a este tren averiado, por hacer que vea el sol en los días más nublados. Gracias por creer en mí. Gracias por apostar por esto cuando yo no me atrevía. Gracias por quererme, por hacer que sea yo. Gracias por ser tú, por ser de aquellas personas que sólo conoces una vez en la vida. Gracias por hacer que funcione, por hacerme ver por qué nunca funcionó con nadie más...

No sufras, no me alargaré mucho más. Pero es que antes de terminar esta carta, necesito confesarte una cosa: creo que estás perdido. Creo que lo más justo es que lo sepas. Ya sólo concebo la vida si es contigo. El amor huele exactamente a ti y no tengo intención de cambiar las sábanas. Así que, si te parece, me independizo. Me mudo y me instalo en tu piel.