domingo, 12 de abril de 2015

Mariposas imposibles


Crecer es aprender a convivir con el miedo a envejecer,
y sé que, aunque por fuera todo cambie,
al final seguiremos siendo eternos.
Igual que superhéroes invencibles,
somos el reflejo de aquello que quisimos ser.
Seguiremos siendo eternos mientras sigamos en pie.


Te confieso que cuando subí a aquél avión, lo único que me vino a la cabeza fuiste tú. Y ya no estaba nerviosa, al contrario. No pude evitar sonreír durante mucho, muchísimo rato. Eso es lo que me viene pasando hace ya unos cuantos meses. Pensar en ti y sonreír se ha convertido en la mejor rutina del mundo. ¡Me haces tan feliz!

[La verdad es que, aunque sé que podría vivir sin ti, no quiero tener que hacerlo nunca más. No quiero cocinar crêpes ni una sola vez más si no es para compartirlas contigo, aunque sea en la distancia. Te confieso que aunque ya estaba viva antes de conocerte, a mi vida fuiste tú quién le dio sentido, y quiero seguir despertándome cada mañana con esa misma certeza.]

Te confieso que cuando subí a aquél avión, ya no pensé en la muerte como solía hacer siempre. Pensé en haberte ofrecido la mejor versión de mí misma todos los días que estuve contigo, en haber hecho contigo todo lo que me hubiera salido de dentro, en no haber dejado nada en el tintero. Confieso que no pensé en dejar este mundo de forma trágica, pensé en haber conocido el amor de forma totalmente genuina. Pensé que, por haberte conocido, ya podía estar tranquila el resto de mi vida, durara lo que durara. Quién haya pasado contigo más de 30 segundos sabe a lo que me refiero.

Mi persona favorita, te confieso que, si te miro a los ojos, el monstruo que tengo en el armario desaparece por completo, desaparecen todas mis sombras, desaparece el miedo que me da todo lo que ya ha pasado, o lo que queda por pasar. Te confieso que, contigo, sólo me importa el aquí y el ahora. Te confieso que ojalá te lo confiese siempre. Seamos eternos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja aquí tu opinión sobre el post