A veces, y al final casi siempre, te soy infiel durante un rato. A ti, que no sé quién eres, con muchos otros que todavía no he conocido (y si lo he hecho no quiero acordarme). Infiel de pensamiento, o de sueño. O del instante, casi en extinción, en que ocurren las dos cosas a la vez.
Cuando me doy cuenta me detengo un segundo, y me gustaría sacar la diminuta fuerza interior que me he inventado que tengo, para ser valiente y obligarme a reaccionar. No lo hago. Tampoco reaccionaría.
Tengo frío, subo al coche y pongo la música a tope. No quiero oirme pensando en ti, ni en todos aquellos que pretenden tu sitio. No quiero serte infiel, no a ti, que no sé quién eres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja aquí tu opinión sobre el post