Quería contarte que, a veces, mis pensamientos se diluyen dejando paso a las emociones, irracionales y erizadas. Al segundo vuelvo en mí, pero no quiero hacerlo. Siempre vuelvo, y nunca en blanco. Sólo quiero quedarme inmóvil, contemplándote, oyendo a lo lejos tu voz que no consigo distinguir del todo, pero no me importa. Ahí está, y retumba en mi cabeza como dándome la mano a distancia. A mí no me escucho. No quiero sentir que pienso. Sólo sentir. Te miro. Sólo te miro. Eso me basta para sentirme bien. No quiero pensar. Eres alguien capaz de hacerme dejar de pensar. Y entonces todo mi mundo queda reducido a un instante suspendido en el aire.
La contemplación de un amor que no existe. El dolor perfecto.
La contemplación de un amor que no existe. El dolor perfecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja aquí tu opinión sobre el post