jueves, 18 de octubre de 2012

La condena del cuchillo de palo

Sois todo palabras. Formas sutiles e inútiles. No existís en esencia, ni en el fondo. Ni en presencia alguna que no sea la escrita o la efímera en el aire. Sois el viento que en ocasiones acaricia y de repente abrasa la piel. Arena en los ojos y brisa del mar. Todo a la vez.

Sois miedo, egoísmo y rechazo. Sois el silencio cuando no conviene estar callado. Sois un montón de mentiras cuando todo lo que quiero oír es nada. No encuentro ni las fuerzas ni el tiempo para echaros de mi vida. Sois la excusa perfecta de mi inutilidad diagnosticada.

Apretáis, pero no ahogáis. Me hacéis sentir tremendamente viva cuando tengo ganas de mataros. Me matáis cada vez que me respiráis en la cara y parece que esté viva. Me condenáis a no sentir nunca nada que sea verdad.

He visto piedras con más agallas que todos vosotros juntos. Sois puro interés, falsa modestia. La angustia con prisas, la urgente. Sois la hipocresía más barata y el consuelo más tonto. La miel en unos labios que se quedan cortos.

Si queréis iros hacedlo, pero no alarguéis forzosamente la agonía. No me utilizéis. Usadme. Ya sabéis como hacer feliz a una chica. Sabéis incluso demasiado. Sabéis tocar la fibra y deleitarnos los oídos. Nos hacéis vibrar la mente para poder llegar al cuerpo, y no al revés.

Sois todo clichés. Los tópicos contra los que lucháis demasiado mal. Sois el eco de mis ganas pequeñas y retorcidas. Sois todo palabras. 


Y el problema es que yo también.

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