sábado, 16 de marzo de 2013

Postales que sólo entenderías tú

Que te pasa toda la vida por delante de los ojos como si fuera una película. Antes de morir, dicen. 

A mí me pasó y creía estar muy viva. Creía ser feliz viviendo de tu risa escasa. Viviendo en un bucle de promesas que superaba cualquier ficción. Respirando cortinas de humo en un mundo paralelo. 

Sí, la luz al final del túnel fuiste tú. Pero es que luego también fuiste el túnel y pasó aquello que me asustaba tanto. Como cuando un jarrón se rompe: aunque lo pegues, aunque nadie se dé cuenta, sabes que ya nunca será el mismo. Lo notas; arrastras ese pequeño detalle por todas partes y se te acumula en los rincones como los libros o la ropa. 

Como los jarrones, rompí aquella postal que te escribí de noche. Y es que de noche es cuando estaba más viva, cuando nunca sentía miedo. De noche es cuando te quise. Pero resulta que la rompí de día. 

Y ya no sé si moría de pena, o si la vida se me pasaba por delante al estilo del cine clásico, como diciendo adiós. Hasta siempre, gritaban las ganas; hasta nunca, corazón.

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