sábado, 9 de marzo de 2013

Crónica de una muerte anunciada

Siempre te ha pasado, ¿verdad?. Siempre que algo te ha ido bien o siempre que has notado que, al fin, todo cobraba sentido; cuando te ha parecido que el universo conspiraba a tu favor o incluso al venirte a la cabeza esa especie de justicia poética. Entonces ha llegado. 

El miedo. El miedo al fracaso, a las falsas esperanzas, a las decepciones, al que dirán. El miedo a la estabilidad, a no saber estar a la altura de las circunstancias. El miedo de alguien como tú, acostumbrado a la autocompasión y a fabricarte obstáculos como si te automedicaras. Sientes miedo y siempre te ha pasado. No sabes estar bien. Porque cuando pareces estar bien, y parece que eso a lo que llaman karma por fin va a retornarte tantos años y tantas ilusiones invertidas, ese frío te recorre la espalda como anunciando la desgracia. Y no tienes más remedio que cerrar los ojos y seguir andando, forzado al principio, pero cada vez más rápido y con más inercia, hasta acabar corriendo y traspasar los límites de lo que se considera normal. Como cuando coloreabas con violencia y te salías de la raya. 

Pues bien, no sufras. Tal vez este sea tu destino en la vida. O tal vez sea el rol que te haya tocado desempeñar. Tal vez tu sexto sentido consista en presentir la catástrofe antes de que se te avecine, como si la llevaras marcada a fuego en el ADN. 

No insistas, no huyas. Quédate tranquilo y no te esfuerces en coleccionar errores por tu cuenta. Cuando dejes de pensar en ellos por un segundo, cuando te despistes un solo instante, llegarán. Tú vas a percatarte en seguida. Aparecerán por detrás de la puerta y se te meterán en la cabeza mientras finges que duermes. El miedo te convencerá de todo lo que nunca llegarás a hacer. Te repetirá que es imposible. 

Así, cuando algo te vaya bien, no disfrutarás de ello. Pues sabrás que nada es para siempre. Que nada nunca va a ponerse en su lugar, porque...qué lugar es ese. Y vivirás acostumbrado a la derrota, hasta convertirte en un conformista empedernido. Incluso puede que alguna noche, cuando de verdad consigas dormirte, te dediques a coleccionar sueños, porque allí el miedo no se cuela demasiado bien. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja aquí tu opinión sobre el post